EL BOSQUE DE LAS FIGURACIONES

Exposión promovida y organizada por la Consejería de Turismo del Gobierno de La Rioja,  La Fundación San Millán y El Centro Riojano.

El Artista Adolfo Falces, que ha vivido en San Millán de la Cogolla a lo largo de los últimos años, donde ha trabajado tanto en su obra pictórica y poética, como en la dirección artística del proyecto “Emilianensis, descubre los monasterios de La Rioja”, promovido por la Fundación San Millán de la Cogolla, en el ámbito de la educación y difusión del patrimonio, presenta su proyecto expositivo: “El Bosque de las figuraciones”. Con este proyecto, que cuenta con el apoyo de dicha fundación, pretende retratar a algunos de los personajes que viven en dicho lugar, a la comunidad que hoy habita en el valle, pero también el entorno y el paisaje, tratando de capturar con el pincel y la pluma, el espíritu ya milenario de este enclave.

En sus retratos, ha elegido a una serie de personajes, cuya significación nos muestra la esencia humana y el verdadero carácter del entorno emilianense. Personas anónimas, revestidas de una tremenda rudeza y sobriedad, que han vivido con y para las piedras de los monasterios, repletas de huellas e historias que contar, inmersas en un paso del tiempo casi mágico, solemne, siempre al albur del ritmo que marca la naturaleza. Naturaleza, que omnipresente en el Valle, gobierna todo, hasta el paso del tiempo. El Valle de San Millán está a expensas de lo que la naturaleza dicte, y esta exposición quiere retratar también ese poder de la naturaleza, de su paisaje, el paisaje íntimo, pero también el de los monasterios, que tantos ojos han visto y amado en silencio, y por el que tantos viajeros y turistas han pasado. Retratar los árboles, retratar las almas y retratar las piedras.

La presente exposición, compuesta principalmente por dibujos y pinturas, realizadas con diversas técnicas y formatos, parte de una estética que se nutre tanto de la abstracción como de la figuración, con lo que podríamos hablar de abstracción figurada, pero también de figuración abstraída, términos estéticos y estilísticos inventados por el autor para poder explicar sus creaciones. Falces bebe de múltiples fuentes, de la libertad del artista para recrear o reinventar la realidad a partir de su visión, la realidad inventada que nace de los movimientos artísticos de La Edad Moderna a partir del Romanticismo, pero también del Renacimiento y El Barroco. Por otra parte, busca en la luz y el color de la realidad una base científica para experimentar e investigar recursos y caminos que expresen lo que parece inefable, lo que no se puede explicar simplemente como una presencia dimensionada en lo espacio temporal, en lo evidente. El arte debe alterar los parámetros de lo posible, y asir lo poéticamente imposible, lo inmaterial, aunque sea a partir de la materia pictórica y la materia poética.

Tanto en su obra plástica como en su poesía, la realidad es una excusa para crear, no el condicionante que dicta como debe ser una obra de arte. La realidad es necesaria como origen y punto de partida, el destino final de la creación es fruto de múltiples factores, muchas veces indescifrables. Falces nos muestra la monumentalidad arbórea de la naturaleza, con sus esculturas vivas, los árboles. Para retratarlos, y transmitir su presencia es necesario utilizar formatos muy grandes, dimensiones que nos sobrecojan, hechuras que fijen nuestra mirada en la tremenda presencia que poseen. La monumentalidad no es aquí una pose posmoderna, un modo de solventar el vacío estético generado por el conceptualismo. La forma y la materia expresan con sus códigos la misma cantidad de símbolos, metáforas o narrativas que la elaboración intelectual pura que no se detiene en la potencia de los medios plásticos, y prefiere esconder su vaciedad en largas explicaciones filosóficas que alteran la verdad del objeto estético, si es que este existe como tal, y no como pura entelequia del artista. Por tanto, es mucho más difícil para el creador dar lo esencial desde la monumentalidad, desde dimensiones sobrecogedoras, ofrecer ámbitos inasibles, sagrados, místicos, distantes del mundo, a partir de una catarata de materia pictórica, de un torrente de texturas, colores y formas laberínticas, en donde lo geométrico y lo orgánico conviven sobre el soporte de forma equilibrada.

Su obra es fruto de muchos accidentes controlados por el dominio técnico, por la incesante búsqueda, por su investigación con los formatos, los soportes y los materiales, es la suma de la fantasía, la experiencia y el conocimiento, belleza estética de la materia pura con apariencia de imagen, pero su obra también es fruto de la incansable mirada del que ve más allá de la apariencia. Primero se atisba una forma general de las cosas, después una múltiple y poliédrica presencia de lo que es la materia cambiante dentro del ámbito del espacio y la luz, más tarde, y después de mucho mirar y de ver cada detalle, llega la frustrante imposibilidad de representar lo que existe ante nuestros ojos, por sus infinitos matices inabarcables. Por ello hemos de crear desde lo intelectual, representar lo que no se puede sino reducir a una síntesis limitada de lo efímero, pero a su vez atemporal. Inventar a partir de códigos estéticos alejados de la apariencia de las cosas, aunque inspirados y fundamentados en ella.

 

Por una parte, acontecimientos esenciales para hablar de la personalidad del lugar, y que son patrimonio inmaterial relacionado con la ancestral espiritualidad emilianense, y también con el ingente turismo del sitio, y por otra, la percepción que el artista tiene sobre la vasta presencia de una naturaleza muy poderosa. Paisanaje, las personas, los retratos, las figuras, más cercanas a la realidad, y paisaje, con todos los elementos que lo conforman, los lejos, las vistas y escenarios que proporciona el entorno natural y monumental, en los cuales hay un desarrollo formal más libre y cercano a una interpretación fantasmagórica.

 

Discurso denso, barroco, vertiginoso, que trata de contarnos la multiplicidad, la complejidad de cuanto contiene un pequeño universo plagado de motivos inspiradores. Todo el conjunto de obras forma un gran fresco, en el cual nada es prescindible, pues unas piezas se complementan con las otras en un discurso totalizador sobre la visión del patrimonio. Este enorme catálogo de maravillas, formado por elementos tan diversos, es como un gran Bosque de Figuraciones para el autor. Figuraciones porque son fantasías paisajísticas, porque son figuras humanas, y porque son figuras arborescentes, todas ellas creadas a partir de una personal visión de la realidad.

 

La narrativa de la exposición continua con una serie de retratos que simbolizan, con personas significativas del lugar, aspectos como la religiosidad monástica, la hostelería, las tradiciones o la particular sabiduría rural, los retratos se van alternando con representaciones de árboles y bosques abundantemente presentes en el valle y la sierra que lo rodea y cierra. Densas estructuras formales, que son figuras arborescentes inspiradas en bosques de robles y hayas, en vides, robles, y hayas. El inabarcable universo de formas que proporciona la naturaleza es la excusa para crear combinaciones de complejas formaciones lineales que tienen un desarrollo libre, barroquizante, e infinito. El final de la creación artística está solamente, en este caso, en las limitaciones espacio temporales que ofrece la dimensión humana.

JAVIER FOG