IN MEMORIAM: Teniente coronel Jesús Gayoso Rey
“Si su líder es un león”
Cuando la gente que tienes a tu mando escribió esto de ti : “Si armas un ejercito de cien perros y su líder es un león, los perros lucharán como leones”. Nadie pensamos que sería un epitafio. Ninguno de los que te conocíamos dudamos ni por un momento que este virus nefasto que nos asola pudiera contigo. Eras un luchador nato. Tenías todo a tu favor para salir adelante: eras joven y un gran deportista, además de un gran luchador, como ya he comentado y como lo habías demostrado a lo largo de toda su trayectoria en el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil. En la UCI del hospital San Pedro de Logroño, me consta (los aburrí a ‘guasat’, perdonarme) estuvieron pendientes de ti hasta ‘la demasía’. Sobreviviste a misiones altamente peligrosas, en las que algunos de tus compañeros perdieron la vida. También a la Guerra de Afganistán, cuando fuiste comandando a los primeros cincuenta guardias civiles destinados a la misma.
Te conocí en el noventa y tantos. Eras un ‘tenientillo’ de la Guardia Civil -lo de ‘tenientillo’ lo digo porque me pareciste un crío-, te habías casado con Lourdes, una amiga de ‘la familia’, a la cual conocíamos desde mocita ya que pasábamos todos los veranos juntos en las piscinas del Adarraga, con sus padres, su hermana, mi mujer y mis hijas. No recuerdo si tu primer destino fue Intxaurrondo, pero sí que pasaste unos años allí de teniente y de capitán, hasta que viniste a Logroño. Recuerdo también el regalo que te hice para celebrarlo: una cartilla antigua de la Guardia Civil. Tuve que volver locos a todos mis amigos coleccionistas para que me encontraran una antigua de verdad, esa que pone en el artículo primero: “el honor ha de ser la principal divisa del guardia civil. Debe por consiguiente conservarlo sin mancha, una vez perdido no se recobra jamás”. Fuiste un guardia civil en ‘toda regla’. Llevabas los genes de Suso, tu padre, capitán de la Guardia Civil.
Podría escribir un libro sobre tu integridad o sobre las anécdotas que me contabas cada vez que comíamos juntos, ya que siempre nos sentábamos uno al lado del otro. Por ejemplo, cómo defendiste al Benemérito Cuerpo delante de aquel coronel americano “negro y tan grande como un armario” que era el jefe supremo de las tropas de Afganistán, cuando estabas al mando de 50 guardias civiles. O como, con nuestro común amigo, el general de división Ildefonso, luchasteis porque el Centro de Adiestramiento PEFE viniera a Logroño. O las comidas familiares los domingos en Murillo, que subías con dos móviles del trabajo, para ti no había domingos ni fiestas de guardar cuando se trataba de la Guardia Civil y te los teníamos que “confiscar” a la hora de la comida, como a los chiquillos. Y como ya he comentado, que nos sentábamos siempre juntos, yo te decía: “que no te preocuparas tanto, que ibas a llegar a general de todas formas, igual hasta a DAO, aunque te falta un poco de cintura política” y tu me contestabas: “bueno para eso ya te tengo a ti”. No sabes cuanto siento que mis predicciones no se hayan cumplido. En Intxaurrondo (‘el infierno’, le llamaban) recuerdo el día que jugamos con vuestra mascota, un jabalí tan grande como una vaquilla… ya no podremos jugar más, amigo Jesús.
Estoy seguro que además de a tus padres y hermanos, tu último pensamiento fue para Lourdes, tu mujer y Luis y Jesús, tus dos hijos, tus gemelos. Sabes que sus dos ‘tíos’, el auténtico o sea “el polilla” y “el apegado”, que soy yo, los cuidaremos, y qué vamos a decir de sus ‘tiitas’ Vero y Olga, mi mujer. Me consta que tienen mas ‘tíos’ y mas ‘primos’, tus hermanos, tus sobrinos, Pilar y Suso tus padres, igual que sus otros abuelos, que no les perderán ojo. Estate tranquilo amigo Jesús, ya ves que perteneces a una gran familia (lo siento, todavía no puedo hablar en pasado de ti). Tienes innumerables cruces al mérito y distinciones. No solo nacionales sino también de otros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad internacionales, con los que colaboraste (EE. UU., Francia, etc…). Ahora el Gobierno de la Rioja te ha nombrado a “título póstumo” Riojano de Honor 2020, un galardón totalmente merecido.
Me despido con una frase que les decían en Roma a los pretorianos fallecidos: “que la tierra te sea leve”.