CONFERENCIA “LAS BANDERAS Y SU PROTOCOLO” EN EL CENTRO RIOJANO DE MADRID
El pasado 29 de septiembre tuve ocasión de impartir la conferencia “Las banderas y su protocolo” en el Centro Riojano de Madrid, acto presidido por don José Antonio Rupérez Caño, presidente de la entidad, y siendo presentada por don Félix Pancorbo, miembro de la junta directiva.
El uso de las banderas, muchas veces indebido, y el desconocimiento sobre su protocolo, levantó una gran expectación entre los asistentes, deseosos de conocer algo más sobre este tema, en genera,l y sobre nuestra enseña nacional, en particular.
Comenzamos haciendo un poco de historia sobre el origen de las banderas, cuyos ejemplares más antiguos provienen de Asia, en concreto de China e India, por la simple razón de que allí había seda y, según explica don José Manuel Erbez, secretario de la Sociedad Española de Vexilología, “Para que una bandera ondee al viento es necesario un tejido ligero”. Las banderas nacieron en Asia porque allí tenían seda”.
Esto no es óbice para que otras culturas de la Antigüedad utilizaran sus símbolos, como sucede con los egipcios que tenían insignias de cuero o metal o los legionarios romanos que utilizaban los vexillos, parecidos a las banderas, con la diferencia de que al fabricarse con lana no podían ondear por lo que se usaba un travesaño horizontal. Esta palabra es la que da origen a “Vexilología” que se refiere al estudio de las banderas y también a otra mucho más común, “visillo”. Las banderas de seda no llegarán a Europa hasta el siglo X.
Las primeras banderas europeas solían estar protagonizadas por los símbolos heráldicos de los nobles o de los reyes. El escudo de armas de cada rey estaba en las banderas de sus ejércitos y en otros lugares como la vajilla o en la cubertería. Era la forma de decir “esto me pertenece». Por ello, el símbolo se relacionaba con el rey, pero no tanto con el reino. Las banderas con estos escudos no estaban pensadas con el sentido colectivo de hoy en día: definían qué territorio, qué personas o qué fortalezas estaban bajo el dominio del rey.
Así, la bandera era una extensión del rey. No se usaba en la sociedad civil. Un carpintero del siglo XVII no ponía una bandera del rey en su casa. No se usaba así. Sí podía haber una bandera del gremio de carpinteros, pero no la del rey.
Esta concepción cambia en el siglo XVIII y XIX, con la llegada de la Ilustración y el debilitamiento del absolutismo. Se empieza a desarrollar el concepto de nación más allá del gobernante. Y la bandera empieza a identificarse no como la del rey, sino como la de todos los ciudadanos.
El comienzo del uso civil, más amplio, de las banderas coincidió con la crisis de muchas monarquías. Por ello, los símbolos heráldicos no siempre se trasladaron a las enseñas nacionales. Así pasó en Francia, después de la Revolución Francesa, no quedó ni rastro de la flor de lis asociada a la monarquía.
El proceso para adoptar una bandera depende de muchos factores. A veces es un diseño que convence a los gobernantes de esa época, otras provienen de símbolos pasados… No hay un camino único. Como ejemplo de esta idea, las banderas autonómicas de España. La de la Comunidad de Madrid fue un encargo desde cero del presidente de la región en 1983, don Joaquín Leguina. Las cadenas de la de Navarra aluden a una leyenda feudal.
La mayoría de las banderas del mundo son relativamente modernas. La razón es sencilla: gran parte de los países han sido colonias de potencias europeas y sus banderas intentan romper con ese pasado colonial. El paradigma de este cambio son las banderas sudamericanas. Sus elementos se acercan más a elementos que identifican al país que a símbolos de gobernantes.
En la bandera de Ecuador, por ejemplo, hay elementos identificativos del país, como el cóndor o el volcán Chimborazo. La esfera de la bandera brasileña representa el cielo de Río de Janeiro en la mañana en la que se proclamó de la República de Brasil.
Hay otro origen muy habitual para las banderas: su uso militar. Es el caso de la actual bandera de España.
En 1785, bajo el reinado de Carlos III, se convoca un concurso para crear una nueva bandera que ondeara en los barcos españoles de la Marina de Guerra de manera que se identificaran rápidamente y de, esta forma, evitar las confusiones con las banderas de otros países que eran muy parecidas, lo que, en ocasiones, traía grandes conflictos pues se atacaban los barcos equivocados, ya que las banderas de casi todos los países tenían fondo blanco. Se presentaron doce bocetos entre los cuales el monarca elegió dos, conservando uno de ellos para la Marina de Guerra y otro para la mercante.
En 1793 se hace extensivo su uso a las plazas marítimas, castillos y defensa de las costas.
Serán en 1843, bajo el reinado de Isabel II cuando se adopte la bandera rojigualda como enseña nacional.
Durante la Segunda República, el 27 de abril de 1931 se promulgó un decreto para cambiar la bandera nacional a la tricolor, formada por tres bandas horizontales de igual ancho, siendo la roja la superior, la amarilla la central y morada la inferior. En el cetro de la banda amarilla figuraría el escudo de España que aparecía en el reverso de las monedas de cinco pesetas acuñadas por el Gobierno Provisional de 1869 y 1870.
Tras el alzamiento del 18 de julio de 1936, toda vez que en las tropas sublevadas proliferaban diferentes banderas, el presidente de la Junta de Defensa Nacional, general Cabanellas, firmó un decreto por el que se recuperó la bandera tradicional.
La normativa vigente con respecto a la bandera parte de la Constitución Española de 1978, que la describe, sin escudo, en su artículo 4.1.
Las proporciones, color y elementos de la bandera responden a significados derivados de la historia, cultura y tradición de cada país.
La bandera de España tiene tres franjas de dos colores siendo el superior y el inferior de color rojo y el central, de doble altura que cada uno de los otros dos, color amarillo o gualda.
Sobre la bandera solo puede disponerse el escudo oficial sin ningún otro símbolo privado, cuya presencia restaría importancia y respeto al propio significado de la enseña. Tampoco puede, en ningún caso, colocarse una bandera oficial junto a otras que no lo son. Las oficiales estarían a la derecha y las no oficiales a la izquierda.
La mayoría de las banderas nacionales son rectangulares con escasas excepciones como la de Suiza que es de forma cuadrangular y la de Nepal.
El escudo de España resume la historia del país. Su proceso de formación ha estado constituido por diversas representaciones a lo largo de la historia, que ha ido cambiando con las armas personales de los sucesivos monarcas.
Los elementos del escudo, definidos por la Ley 33/1981, de 19 de octubre, son:
Cuartelado (dividido en cuatro) y entado en punta. Al timbre (insignia parte superior) la corona real cerrada que representa la Monarquía.
En el primer cuartel, la representación del Reino de Castilla. Sobre un fondo de gules (rojo), un castillo de oro almenado, mazonado (con líneas de piedras) de sable (negro) y aclarado (huecos) de azur (azul).
En el tercero, la Corona de Aragón. Sobre fondo de oro, cuatro palos de gules (rojo).
Las columnas de Hércules simbolizan el descubrimiento de América. Dos columnas de plata con base y capitel de oro sobre ondas de azur y plata. Superada la diestra de corona imperial y la siniestra de una corona real, ambas de oro y rodeando las columnas una cinta de gules cargada de letras de oro en la diestra “Plus” y en la siniestra “Ultra”.
En el segundo cuartel, el Reino de León. Sobre fondo de plata un león rampante de púrpura, linguado, uñado, armado de gules (rojo) y coronado de oro.
El cuarto el reino de Navarra. Sobre fondo de gules, una cadena de oro puesta en cruz, aspa y orla, cargada en el centro de una esmeralda de su color (verde).
Armas de granada: Entado (partición irregular en la punta), representando el Reino de Granada, fondo en punta de plata, una granada natural rajada de gules (rojo), tallada y hojada de dos hojas de sinople (verde).
Armas de Borbón: Escusón (escudo de pequeño tamaño situado en el centro) de azur con tres lises de oro, puestas dos y una, la bordura lisa de gules. Representa la Casa de Borbón.
PROTOCOLO DE LAS BANDERAS
Primero, aclarar que cuando hablamos de derecha e izquierda, hablamos desde el punto de vista de la bandera y no desde el nuestro que sería el contrario y se llama derecha e izquierda visual.
Siendo la bandera el símbolo más representativo de una nación, en el que se integran los principales valores nacionales, su reglamentación merece el máximo rango normativo. La consideración de la bandera debe ser la más alta, y su rango legal, también.
Es tan importante el significado de la bandera para un Estado que, cuando se les quiere insultar de manera soez y con absoluto desprecio, se quema su bandera como acto de agravio.
La ordenación de las banderas en fácil a pesar de lo cual las vemos en numerosas ocasiones mal colocadas. Su ordenación varía si el número de banderas es par o impar o si se colocan mediante ordenación en alternancia o lineal.
Por ejemplo, en un acto celebrado en España, que actúa como anfitrión, al que asisten Francia, Portugal y Marruecos. Al ser un número par, la de España sería la segunda de la derecha, con el número 2 a su izquierda, la de Francia, con el número 3 a su derecha, la de Marruecos y con el número cuatro, a la izquierda de la de Francia, la de Portugal.
Si fueran ordenadas linealmente, la 1 sería España, la 2 Francia, la 3 Marruecos y la 4 Portugal.
En ambos casos hemos guardado la precedencia por orden alfabético, reservando el número 1 para España que es el país anfitrión.
Vamos a ver el mismo caso pero con un quinto país. España, con el 1, estaría en el centro, Bélgica con el 2, a su derecha, Francia con el 3, a su izquierda, Marruecos con el 4, a la derecha de Bélgica y Portugal con el 5, a la izquierda de Francia. En la ordenación lineal sería lo mismo, España, Bélgica, Francia, Marruecos y Portugal. Cuando se encuentran banderas de varios países, el tamaño debe ser el mismo. La ordenación de las banderas en un encuentro internacional determinará también el orden de los asistentes por parte de cada país.
Cuando se ordenan banderas de la Comunidad Europea, el orden alfabético se establece por la primera letra del nombre del país en su propio idioma, es decir, España se ordenará por la “E”. La bandera número uno corresponderá al país que preside la comunidad ese semestre.
En el caso de organismos mundiales como la ONU o la OTAN, el orden alfabético se establece con la inicial del nombre del país en inglés, o sea, España se ordenaría por la “S” de Spain.
Las banderas de las comunidades autónomas se ordenan según la fecha de aprobación de sus estatutos de autonomía.
Cuando se declara luto oficial, la bandera de España en exterior o driza, ondeará a media asta en todos los edificios públicos, sin ningún otro añadido como crespones y lazos negros.
En interiores oficiales, que son banderas de enastar, no debe ponerse nunca un crespón negro en el paño de la bandera. Es de pésimo gusto e ilegal. El lugar adecuado es poner un lazo negro en la moarra que, por cierto, no se denomina lazo sino corbata.