DESEO INFANTIL
Un deseo, sólo uno,
la pandemia me ha dejado,
vivir para no morir,
siendo el hombre entero,
vida de mi corazón en
un mundo sin sentido.
Vivir, superando la muerte
fundido con la vida,
con la tuya, la del otro,
la del universo entero,
la que a todos nos alienta
y en lamentos se nos escapa.
Un deseo más urgente
cada minuto que pasa,
al saber lo yo soy,
lo que podría ser,
actuando en unidad
con la vida de otros seres.
Un deseo vehemente
imposible de atajar,
lava ardiente del volcán
de la existencia, energía
de infinitas galaxias,
con el poder del amor,
liberado de la muerte.
Aceptando lo que yo soy,
viviendo estoy mis deseos,
dejaré de ser su esclavo,
en obras se habrán tornado,
fruto de mi mismo yo.
Sin poseer nada, vacío,
infinita bóveda celeste,
plena con miríadas de soles
en armónico desfile por
el acontecer en el tiempo.
No existen ya los lamentos,
todo es el gozo y la paz
de una humanidad completa,
la ilimitada vida desplegada
al compartirla con otros.
No es un deseo infantil,
ni un ambicioso ensueño,
es realidad probada,
saboreada por cuantos osan
vivir lo que saben ser.
El único deseo creado
por la pandemia
en mi corazón de niño.
Degustando estoy
este inacabable proceso.
Santiago Rupérez
Taipéi, 22-2-2021