EL SITIO DE LOGROÑO (primera parte)
Los logroñeses, en general, para quienes nos visitan o nos tratan, dicen que somos generosos, hospitalarios y abiertos, lógicamente con las excepciones y salvedades que cada persona por el hecho de ser única conlleva.
Más parecidos en carácter a los navarros, aragoneses y vascos que a los castellanos, la fértil tierra del Valle del Ebro nos ayuda a compartir y a ser hospitalarios. Orgullosos de ser considerados así, y agradecidos también, lo que sí puedo asegurar es que a los ciudadanos de Logroño lo que sí nos enorgullece cada Junio conmemorar la festividad de San Bernabé.
Una festividad que este año, por razones sobradamente conocidas, no se ha podido celebrar, y que iba a significar mucho, puesto que hubieran sido ya anticipo o telón de lo que serán las de 2021, si, finalmente y Dios mediante, Logroño puede celebrar tal señalada fecha: el V Centenario del Sitio de Logroño, levantado el 11 de Junio de 1.521.
Logroño se engalana cada 11 de Junio para celebrar al santo, que ya viene precedido de otra festividad: el día de La Rioja. Los días festivos son breves pero intensos. Nos acompaña casi siempre el buen tiempo.
Junio es un mes agradecido en Logroño y muchos años saboreamos ya, en una tardía primavera, los comienzos del verano con la fortuna de poder disfrutar de unas temperaturas cálidas pero no agobiantes. Temperaturas propicias para una fiesta que se vive en la calle, sobre todo en el Casco Antiguo .
El Arco de San Bernabé, el reparto del vino y del pez, los campamentos militares de época montados en el Ebro, que hacen las delicias de los niños, los mercadillos… en resumen una fiesta entrañable.
Es una pena, como comentan siempre los estudiantes que coincidan con el final de curso, con lo que ello implica, pero aun así siempre hacen por disfrutarla y vivirla. Es emocionante poder implicar a todas las edades en esta fiesta.
Cabe recordar que estas fiestas fueron declaradas en el año 2015 Fiestas de Interés turístico Nacional lo que va a ayudar a que se conozcan cada vez más.
Pero dejando a un lado la parte lúdica de esta conmemoración y lo que durante este año significara para todas las asociaciones, cofradías y autoridades que se impliquen en ella para este V Centenario…vamos a hacer un poco de historia y en esta primera parte intentaremos contextualizar el hecho.
Este hecho se enmarca en un contexto apasionante, el de los cambios políticos, sociales y económicos que vivió Europa desde finales del s. XIV. Esta etapa de aparente dinamismo llegaba paradójicamente al lado de una etapa oscura de la historia europea : La Peste Negra. Lo que Chanau llamó la gran era de los muertos. Una cruel epidemia que pudo acabar con un 60% de la población del continente. Ya, Bocaccio describió con crudeza en El Decameron los efectos de la pandemia.
Cuando la enfermedad quedó atrás el optimismo llegó a las artes y a la cultura. Se inició una nueva era, el ingenio se avivó. Se trataba de hacer lo mismo que antes pero con menos recursos. Los reinos europeos observaban los hechos con curiosidad. Nada volvería a ser lo mismo: ni en lo político, ni económico, ni social.
Se produjo una auténtica revolución tecnológica aunque no todo fueron inventos europeos, por ejemplo, de la lejana China llegaron la brújula y el astrolabio, o destrezas de la navegación como el timón de codaste. En el terreno militar un invento también llegado de Asia, el arma de fuego, se hizo presente en Europa, en forma de arcabuces y cañones, que cambiarían para siempre la forma de hacer la guerra en Europa.
Es la imprenta, sin duda alguna, la gran aportación europea a este momento histórico, a través de ella se diseminarían obras cumbres, como “El Príncipe” de Maquiavelo.
En términos artísticos, este optimismo que impregna Europa da lugar al Renacimiento. Una corriente estética, filosófica, donde el centro va a ser el hombre, sus circunstancias, sus problemas y sus aspiraciones.
Toda una mutación que no busca sino rechazar de pleno todo un pasado oscuro y bárbaro. y digo radical porque toda va muy deprisa, tanto por ese rechazo hacia lo anterior como por toda esa “tormenta de ideas” que no dejaban de llegar a toda Europa.
Hay que insistir en que la imprenta jugó un papel crucial en todo ello. Permitirá la difusión de nuevos ideas a una velocidad desconocida hasta entonces.
Italia y Flandes son dos puntos importantes en esta revolución artística. El artista comienza a separarse de los temas sacros o monacales. Y, tanto en la escultura como en la pintura y también en la arquitectura se produce una especie de revitalización técnica. Se busca el equilibrio, las proporciones perfectas (Fra Angélico, Botticelli…)
La vida, en definitiva, ya no es un lugar de penalidades, donde trabajar hasta la muerte. La vida es también un lugar donde aspirar al paraíso.
Surge por ello el urbanismo porque la ciudad es en sí misma ese lienzo ideal donde mejor llevar a cabo todas estas propuestas estéticas (Brunelleschi). Es el momento en el surge el artista moderno como tal.
El artista se siente libre para plasmar sus ensoñaciones.
En España El Greco o Tiziano serán reflejo de la importancia de España como foco artístico.
La literatura también marca sus diferencias con lo anterior. se produce una ruptura con las formas del scriptorium monacal y son el amor y el hombre la temática clave en esta nueva era. Erasmo de Rotterdam brilla con una fuerza especial. La música se fortalece, lo profano crece frente a lo sacro. Surge la música cortesana.
Pero todo este cambio no se circunscribía solamente a las artes o a las ideas, también en el terreno político hay cosas que decir. La gran política europea no podía sustraerse a ello. Los monarcas, sus ministros y sus consejeros, acabaron sumándose al cambio, a través de procesos muchas veces cruentos pero que tenían como objetivo formar estados fuertes que dejaran de lado a los reinos medievales. Hubo ganadores y perdedores.
España, Inglaterra, Suecia, Francia y Portugal se convertirían en auténticas pioneras a la hora de forjar estos estados-nación.
La España de comienzos del siglo XV. era un auténtico horno donde convivían y competían distintos reinos. Pugnaban además en su territorio por la supremacía dos de las grandes religiones monoteístas.
Logroño, comenzará el siglo XV como una ciudad de frontera entre la pujante Castilla en constante ebullición y el adormecido reino de Navarra, a la sombra de Francia y Aragón.
Dejándolo aquí, en el próximo escrito avanzaré hasta la manera en la que se produjo el Sitio de Logroño y sus consecuencias.