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HIJOS ILUSTRES DE VIGUERA

Viguera ha tenido un buen número de personajes ilustres a lo largo de su Historia, la mayor parte desconocidos para la gran mayoría.

Con el fin de rescatarles del olvido comenzamos esta serie de artículos con el obispo JOSE GREGORIO ALONSO DE ORTIGOSA, que nace en Viguera el 28 de mayo de 1720.

Hijo de padres nobles y virtuosos, naturales de nuestra villa; estudió en el Seminario de Logroño, donde se distinguió por su aplicación, claro talento y virtudes.

Posteriormente estudió leyes en la Universidad, por lo que mereció el premio de enseñar latinidad, filosofía y derecho canónico. Fue nombrado por la Corona promotor de la Bula de Santa Cruzada y tras varios importantes puestos en España y de ser nombrado Inquisidor Apostólico del Santo Tribunal de México, terminó por ser designado obispo, por el mismísimo Carlos III, de la Antequera de Oaxaca, una de las sedes episcopales mexicanas más importantes, cargo que desempeñó entre los años 1775 y 1791, falleciendo el 27 de agosto de 1797 de una apoplejía en México, de donde nunca regresó.

Obispado de Oaxaca en la actualidad.

Le movía instruir hasta depurar las prácticas supersticiosas, como cabe suponer de su pasado Inquisidor.

Su mayor legado fue el impulso al reconocimiento del milagro de la imagen de la Inmaculada Concepción de Juquila que tras un aparatoso incendio apareció tintada de negro y con el manto intacto, iniciándose desde ese momento un gran foco de peregrinación que el obispo Ortigosa impulsó hasta convertirse en uno de los puntos más importantes de la geografía espiritual del sur de Nueva España, siendo hoy en día el santuario de Juquila el tercero más visitado de todo México, solo antecedido por las basílicas de Guadalupe y de San Juan de los Lagos.

Santuario de Ntra. Sra. De Juquilla

Fue él mismo quien otorgó a la virgen de Juquila el título de «Consuelo de los afligidos».

La imagen de la virgen tiene un origen incierto y es una pequeña escultura de madera compañera de innumerables misiones evangelizadoras, no olvidemos que los habitantes de la zona eran en su mayoría indígenas, y que había acabado entronizada en una pequeña iglesia, que fue donde sucedió el milagro acaparando el fervor de toda la zona y de comunidades aledañas.

Desde el primer momento, Ortigosa pretendió que el nuevo santuario fuera uno de los más célebres de toda la monarquía y lo consiguió, aunque nunca lo vio terminado.

Tras un larguísimo proceso, en 2014, se produjo la coronación pontificia de la imagen de la virgen.

El peregrinaje a Juquila y el culto a la virgen siguen todavía hoy muy arraigados.

Por otra parte, el obispo José Gregorio Alonso de Ortigosa fue siempre calificado como lleno de dinamismo y de afanes renovadores dentro de la Iglesia a la que le debía una de sus dos lealtades, la otra era a la Corona. Fue el encargado de acometer las reformas que emprendieron los borbones reinantes mientras él ejercía de obispo, primero su mentor Carlos III y posteriormente Carlos IV.

Recorrió su inmensa diócesis de manera incansable y se preocupó de reorganizarla y proveerla, y también de los indios a los que defendió y ayudó frente a abusos y atropellos. También destacaba su enorme capacidad de organización y la exactitud con las que llevaba las cuentas de su diócesis.

Además, durante el transcurso de su obispado, se le atribuye un milagro de curación de una niña por imposición de manos.

¿Qué más se puede pedir?

Un personaje importantísimo de la España del siglo XVIII, viguereño por los cuatro costados, que al menos se merecía este artículo y toda nuestra admiración.

Valentín Sáenz de Santiago

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