LA CASA DE TODOS
Me van a permitir, queridos lectores, que esta nueva colaboración en la revista, la dedique a un lugar emblemático para todos los riojanos y muy en particular para los logroñeses. Un lugar a veces olvidado y hoy en día más necesario que nunca, pues en esta especie de orfandad que estos tiempos tan convulsos nos dejan, los ateneos de las ciudades no dejan de ser más que las casas de todos y cada uno de nosotros.
El Ateneo Riojano, al igual que la mayoría, nació para llenar la actividad lectora de las ciudades. Por noviembre de 1922 se dieron los primeros pasos de su creación y a mediados del mes siguiente en el conocido Café Los Leones se reunieron unas sesenta personas con el fin de ir asentando los primeros cimientos del Ateneo.
“Era una reunión pintoresca”, manifestaba Paulino Masip (uno de los principales mentores) al Heraldo de Madrid, pues había médicos, abogados, dependientes, sindicalistas y algún que otro aspirante a literato.
Ideológicamente, sostiene Masip, el grupo tenía un matiz izquierdista.
Por ello y para ampliar el espectro social, se buscó la manera de integrar a personas de diferentes actividades y perfiles sociales.
Se consiguió todo excepto la firma de un clérigo en el Manifiesto de su constitución.
De esta forma el 6 de enero de 1923 se discutió el Reglamento y nació la primera Junta directiva. Se presentó al Registro de Asociaciones el 12 de Enero de 1923 y el 16 del mismo mes quedó constituido. La primera junta la formaron trece personas de diferentes profesiones y como ya he mencionado en líneas anteriores escoradas hacia el republicanismo burgués.
Cabe destacar que muchos de los miembros electos fueron promotores de las candidaturas antimonárquicas en abril de 1931, alguno de ellos llegó a ser líder destacado en la ciudad durante la República .
Otros, como Paulino Masip, dirigían sus pasos, con gran acierto, hacia el periodismo nacional.
A continuación me parece relevante incluir la lista de miembros de la primera Junta, tanto para constatar la pluralidad profesional de sus miembros como para que ustedes vean que desde sus comienzos, el Ateneo “acepto” la presencia de la mujer, aunque en este caso con una presencia mínima, aunque destacada.
La principal actividad del Ateneo era la organización de conferencias, unas veces impartidas por los convecinos de la ciudad y otras por figuras destacadas del panorama nacional.
Se organizaban funciones teatrales, conciertos y se fue formando una especie de Club de Lectores con servicio de préstamo de libros. Unas actividades que el Ateneo mantiene en la actualidad.
Durante sus primeros cinco años de vida el Ateneo alcanzó el millar de socios, cantidad llamativa para una ciudad de 30.000 habitantes, y estas cifras se mantuvieron hasta la Guerra civil, momento en el que se disuelve y los locales son ocupados.
El Ateneo, a lo largo de su historia, ha tenido grandes aciertos pero quizá el mayor haya sido el de la biblioteca circulante. Se trataba de que la gente leyera y por eso se consideró en dar el máximo de las facilidades.
A los seis años de vida, la biblioteca contaba ya con 10.000 volúmenes “vivos”, es decir, ciencia, arte moderno y literatura, pero ejemplares útiles, aprovechables. Shakespeare era bastante más actual que Echegaray ¿no?
Todo era poco para el Ateneo. Necesidad de cultura y más cultura. Faltaba algo. Faltaba llenar ese hueco entre la escuela y una novela de Valle -Inclán. Hueco que solo podía llenar la enseñanza adaptada y disciplinada.
Por ello el Ateneo comenzó a organizar cursillos de Literatura, Bellas artes, Agricultura…todo en manos de personas competentes. Se conseguía alcanzar con ello uno de los fines primarios del Ateneo.
Avanzando en su historia, tampoco se podría concebir este sin un fin social. Señalaba al principio el marcado carácter liberal de sus fundadores y de ahí el interés de que su radio de acción llegara a todas las personas, incluidas las de ideologías opuestas. Hubiera sido estúpido y poco inteligente hacerlo de otra manera, tanto desde el punto de vista ciudadano como desde el punto de vista liberal.
¿Podía haber algo más liberal que juntar bajo un mismo techo al obrero y al patrono, al militar y al civil y dotarlos de las mismas preocupaciones cotidianas? ¿Qué es más liberal?, fomentar eficazmente la lectura o gritar estridencias.
Desde el primer momento, las mujeres han formado y forman (doy fe de ello) una parte activa e importante del Ateneo.Han estado en las Juntas, han sido vocales, presidentas y aunque hubo sus dudas al principio, pues en Logroño no había precedente, se decidió que debían estar, y ahí seguimos. Las mujeres tomaron el Ateneo y lo hicieron con pasión, la misma que ponemos hoy en día las que allí de una manera u otra damos vida al primer piso de Muro de Cervantes número 1.
Un programa, mucho ruido cada tarde, una conferencia, un ciclo de conferencias, un cursillo, la alumna de siempre y el que atraviesa el umbral de la puerta tímidamente por primera vez, el cuentacuentos de los sábados,…, el Ateneo.
Ese lugar, como decía un buen amigo, situado en un enclave mágico, acunado por San Bartolomé y mimado por La Redonda.
Contaba Masip que algunos historiadores dirían:
«-¡Bah! Logroño, Logroño es una pequeña ciudad.
Y yo digo: En España hay unas cuantas pequeñas ciudades y muchos pueblos. y su peso importa. España no puede ser solo Madrid y Madrid no podrá tanto solo. La llama más grande alumbrará en Madrid pero la leña puede venir y viene de fuera. y hay que agradecérselo a quienes plantan bosques para la leña futura.»
El Ateneo, ese lugar que nunca ha conocido el silencio porque hasta vacío su tarima habla.