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MUERTE Y DUELO EN TIEMPO DEL CORONAVIRUS

Peor…imposible. Y lo digo porque la muerte en la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial te hace enmudecer y sentirte vulnerable. Y más si te pilla de improvisto, sin avisar, en forma de pandemia. Siempre he pensado que voy a vivir para siempre y, ahora, confinada en mi casa mientras se detiene el maldito virus, un escalofrío me recorre el cuerpo ante la posibilidad de morir o que muera la gente que quiero o aprecio.

El tiempo se detuvo el 30 de marzo para Joaquin Antuña. Era autor de una frase que me encanta y le definía totalmente: “Me gusta el enigma, hablar en clave, decir muy serio cosas banales y dejar el misterio en el aire…”. Le conocí una calurosa tarde del 14 de julio de 2018 en la Residencia del Embajador de Francia en Madrid, después de escuchar cantar “La Marsellesa” en los jardines del palacete que perteneció a la familia Urquijo.

No pensé en volver a verle más, pero me equivocaba. Llevaba en ese momento una copa en la mano y vestía un traje que le daba un toque “gentleman”. Joaquín Antuña era presidente y fundador de Paz y Cooperación (1982), con estatus consultivo especial de Naciones Unidas desde 1.999. Hablar con él era, entre otras muchas cosas, sentir que aún existen hombres con pasión por sus ideas y por su dedicación.

Representaba el triunfo del nosotros sobre el yo, incluso antes del coronavirus. Siempre involucrado en proyectos solidarios, residió veinte años fuera de España, catorce en Italia donde colaboró con la FAO (Organización Mundial de Naciones Unidas de la Alimentación y Agricultura), tres años en México donde fue oficial de información del mismo organismo y colaborador de la Dirección de Comunicación Social de la Presidencia de México. También vivió en Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos.

Fue autor de una veintena de libros, entre ellos “Crónicas babilonias: La Torre de Babel”. Lo menciono porque pensó en mi para que le escribiera el prólogo y en el embajador Arturo Pérez para el epílogo. En él narraba que estamos en la era de lo imprevisible, el orden internacional está desbaratado y EE.UU. teme perder su hegemonía. Las crónicas eran Babilonias porque siempre se ha asociado la idea de Babel al desconcierto, al desorden o desbarajuste.

Y menudo desbarajuste nacional y mundial hay en este momento. Las epidemias han cambiado siempre la historia de la humanidad, y la globalización explica que el coronavirus se esté expandiendo a una velocidad mucho más rápida que otras del pasado. ¿Tendrá esta enfermedad la misma capacidad de transformar la humanidad como en otras ocasiones? Quizá Joaquin Antuña tuviese la respuesta, descansa en paz querido amigo.

Roxa Ortiz
Periodista

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