Los toros y las letras (3) La amistad es grandeza si hablamos del torero riojano Diego Urdiales (1)
No es normal en los tiempos que corren que un escritor emprenda la composición de una novela sobre el mundo de los toros. Hace falta valor para hacerlo. Tal arrojo es el que ha demostrado tener Ánjel María Fernández (Arnedo, La Rioja, 1973), al publicar, recientemente, en 2020, Los amigos. Un relato que se basa en dar a conocer la faceta humana y la esencia taurina de Diego Urdiales, matador de toros, nacido, como el autor de la obra, en Arnedo (1975). Fernández emprende este proyecto al querer contar la temporada taurina de 2016 del torero riojano. Para poder realizarlo acudió a los cosos taurinos (en el año señalado) donde Urdiales fue toreando, desde León (México), en el mes de enero, hasta Logroño, en septiembre. El autor pudo asistir al mayor número de citas que tuvo por delante el torero, un total de veinticuatro tardes, entre América, España y Francia.
La novela no solo se centra en la figura de Urdiales, sino que es, al mismo tiempo, una exposición del mundo de Fernández. Así, por ejemplo, vamos leyendo las distintas vicisitudes de la relación amorosa que el autor tiene con su novia (denominada Aldonza)a lo largo de dicho año. La historia está aderezada con el realismo propio de la vida cotidiana, en el que sobresalen alusiones al sexo, más otras realidades particulares del entorno social del escritor, sus gustos musicales, principalmente el rock, y su visión romántica y bohemia de la vida. La novela contiene, a modo de apartados, diferentes tramas que se relacionan con aquellas vivencias que Fernández experimentó al seguir a Diego Urdiales y que dan sentido al motivo taurino de explicarnos cómo es la tauromaquia de este excelso torero. Indiscutible es la excelencia humana y taurina de Urdiales, pues consigue agrupar a su alrededor a unos seguidores que son amigos, tanto del matador persona como de su espacio artístico.
El entorno histórico está muy presente en la novela. Por ello, a Fernández le preocupa el acoso que sufre la tauromaquia en los tiempos actuales por parte de los antitaurinos. Este viene a ser un punto (fundamental) de partida de la novela (junto a Urdiales y su tauromaquia). El autor se muestra crítico con los animalistos (así denominados por él) y con amplios sectores de la izquierda ideológica (que acogen ese discurso). Pues ambas tendencias de opinión, desde la ignorancia de lo que significan los ciclos de la naturaleza, atacan una actividad, la fiesta de los toros, que posee significados mágicos y antropológicos profundos, aparte de conservar los valores de salvaguardia ecológica que contiene su metafórica lucha entre el hombre y su tótem (territorio donde vive) el toro. Una lucha y un juego, y una verdad característica de nuestra cultura, la hispánica, que no solo es tradición sino escuela de vida para el pueblo. Una realidad social para el pueblo (sus gentes y sus individuos), la tauromaquia, desde la cual éste se proyecta a la vida y al mundo, para expresarse (como en el flamenco) y alcanzar un grado filosófico de entendimiento de lo que es el hombre como animal y como bestia, como lo es. Y lo hace a través de cultura y de civilización.